Me gusta pensar que la historia de Cabañas Las Cumbres empezó a tejerse hace muchos años, en otro continente, cuando mis bisabuelos Felipe Berzal Cristóbal y Basilisa Giménez atendían un hospedaje en Navas de Estena, un pequeño pueblo español de Castilla-La Mancha. En 1912 migraron a la Argentina y se establecieron en Córdoba con la esperanza de continuar en el rubro, pero el tiempo les impuso otros desafíos.
Cuando vine a la Patagonia, nunca me imaginé, que iba a darle continuidad al deseo de mis bisabuelos. Junto a Guillermo, mi esposo, comenzamos con el proyecto de las cabañas, con un sentimiento claro: que cada huésped que nos visite encuentre en aquí comodidad, calidez y cobijo. Las pensamos con el objetivo que ayude a los visitantes a prepararse para disfrutar de los desafiantes días de la Patagonia.
La llegada de nuestro hijo también definió nuestro concepto de anfitriones, por eso construimos un espacio seguro y confortable para los más pequeños, por eso el parque es uno de nuestros tesoros más cuidados que ponemos a disposición de cada viajero. Ya sea para el juego infantil, o para tomar sol al reparo de los álamos.
Recibir, albergar, hospedar, compartir, ser anfitriones, son los verbos que nos llevaron a la aventura de recibir visitantes de todo el mundo, cada año. Nosotros también viajamos cuando los recibimos. Los esperamos para compartir nuestra historia y con el deseo que ustedes se lleven de aquí una hermosa experiencia.
María Eugenia Soria